Los seres vivos poco a poco evolucionaron y se crearon las distintas criaturas que pueblan el mundo, tanto las razas humanoides, como los animales y las criaturas que viven en Astranaar. Poco a poco los seres inteligentes desarrollaron su ciencia, magia y tecnología y crearon cosas maravillosas: se irguieron grandes ciudades (en el fondo del mar, en los cielos, subterráneas...), se construyeron máquinas y artefactos que controlaban el clima, ayudaban en las cosechas, curaban enfermedades... Los avances hacían la vida de sus gentes mucho más sencilla, más cómoda y sobre todo más longeva. Una vez los Dioses vieron toda la creación que habían conseguido los pueblos de Astranaar, hicieron un pacto de no intromisión directa con las criaturas de Astranaar y juraron no inmiscuirse en sus problemas o conflictos a no ser que toda la creación corriese peligro. Pensaron que debían volar solos y decidir ellos mismos su propio destino, fuera cual fuese. El pacto se llamó, Pacto de Emancipación, por el cual los Dioses juraban con su sangre no inmiscuirse de manera directa en los asuntos de los mortales.