Tras un largo periodo de paz, una pequeña chispa detonó una serie de revueltas que llevó al país a la ruptura. Empezó como una pequeña revolución aislada, de un pequeño señor que ansiaba más poder, se independizó del reino de Lanskatar y creó su propia nación, con su nombre e insignia por bandera, no tardó en desaparecer. Cientos de señores, lores, aristócratas, o gente con el suficiente poder se alzó en revuelta para conseguir su propio territorio, su propio reino. La ambición y las ansias de fama, fortuna y gloria se extendieron como una epidemia, reforzadas por la creencia que aquel que conquistara de nuevo el mundo ascendería como Talkros. El imperio se deshilacho en cientos de pequeños estados independientes que nunca paraban de batallar para conseguir más poder, más gloria, más reconocimiento.