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VULPEX Y EL DESMEMBRAMIENTO

Aunque nadie recuerda ya como empezó el desmembramiento, saben que la magia, el poder y la corrupción de la Era de las Guerras fue tal que devastó el mundo y lo quebró. Cada vez los artefactos mágicos eran mayores, su destrucción más grande y sus propietarios más irracionales y con ansias de grandeza. Un día como otro cualquiera fue el último, la tierra empezó a desquebrajarse, ciudades enteras inundadas, otras submarinas llevadas a la superficie, montañas convertidas en llanuras y desiertos en mares... Hay muchas teorías del inicio del desmembramiento, pero ninguna de su parón. De un día para otro, las terraformaciones, terremotos, meteoritos, inundaciones, tornados... todas pararon a la vez. 

Vulpex en un inicio no fue un dios muy apegado a los mortales o sus formas de vida, pero si que le gustaba de vez en cuando pasearse entre ellos y gastarles unas cuantas bromas. Incluso aprendió a como evadir el Pacto de Emancipación para poder vivir como un mortal, gastando las bromas que tanto le divertían. (Ver "Evitando el Pacto de Emancipación")

El dios zorro conocido por sus pesadas bromas, son casi como su esencia, su manera de ser, de vivir, de pasarlo bien, sin ellas el dios de los engaños sería algo gris, triste y apagado. Durante toda su existencia no solo ha gastado bromas a los mortales, sino a otros dioses o incluso a seres poderosos de otros planos, alguna vez por mera diversión y otras con algún plan en mente. 

De entre todos los secretos o cualidades de Vulpex, jamás aceptará o revelará públicamente su mayor amor, lo que da sentido a su existencia y le hace ser quien realmente es: los mortales. Vulpex está enamorado de los mortales, de sus cortas y cotidianas vidas, de sus artes, sus mentiras tan mal elaboradas, sus romances, pleitos y rencillas. Vulpex está enamorado de la naturaleza apasionada y simple de los mortales. 

Vulpex no se dio cuenta de su enamoramiento hasta que llegó el desmembramiento, cuando los perdió. Ya no podía hacer bromas pesadas, las intrigas y romances habían acabado, nadie se quedaba en un sitio demasiado y todos huían en busca de sobrevivir. La diversión ya no existía en Astranaar para nadie que viviera en ella, y mucho menos tenían cabida las bromas del dios zorro. 

Le pidió a Lumien que ayudara a los mortales, que les guiara de alguna forma, que creara un remanso de paz aunque fuera pequeño en algún lugar de Astranaar, se negó. Cansado de pedir hizo lo que mejor se le daba, maquinar, elaborar planes y gastas bromas. Su plan era sencillo, hacer pasar por bromas sus intereses, que los demás dioses creyesen que al no existir una sociedad mortal y no poder divertirse con ellos, sus pesadas bromas dirigidas ahora hacia los dioses eran solo eso, pasatiempos que hacia para pasar el rato.

Pero entre las diversas y numerosas bromas que les gastó a los dioses hubo una que paró el desmembramiento. Vulpex sabiendo el origen del gran cataclismo que asolaba el mundo (poderosos artefactos mágicos que producían toda clases de adversidades) cerró las Puertas de la Magia, deteniendo todo artefacto mágico e impidiendo que cualquiera que no tuviera magia corriendo por sus venas pudiera usarla. Arcanus no tardó en activarlas, pero los artefactos ya habían parado y salvo que alguien los activara de nuevo, no volverían a funcionar. 

El resto de dioses al no saber si la intervención de Vulpex fue a propósito o involuntaria lo dejaron pasar, al fin de cuentas que los mortales estuvieran siempre débiles y vagando por una tierra en continua destrucción, no les ayudaría cuando regresaran los Señores del Vacío.

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