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EL RECHAZO DE NIVENO

Un antiguo líder, buen dirigente y gestor de problemas, maravilloso padre, buen marido... Son muchos los adjetivos que se le pueden otorgar al que un día fue un mortal y más tarde acabaría convirtiéndose en Niveno. Aunque de todas las definiciones que encajaban mejor con él era su sentido del deber, de la justicia y de lo correcto. 

Cuando la vida de aquel mortal llegaba a su fin los dioses hablaron con él y lo convencieron de abandonar su tan merecido descanso de toda una vida de sacrificios, duras decisiones y pocos placeres. Los dioses le dijeron que lo necesitaban, que era su única esperanza para mantener a los Señores del Vacío encerrados, una misión que solo podría ser afrontada por alguien como él. Niveno ascendió a dios, empujado por las palabras de los dioses en especial de Lumien y movido por sus altos sentimientos de justicia y deber. Los dioses en aquel entonces hablaban con más miedo en su corazón que sentido común en sus cabezas. 

Aquel mortal ascendió a dios, y se le encomendó la tarea de custodiar las almas de las Cámaras del Vacío e impedir que ninguna saliera o fuera corrompida por los Señores del Vacío. Ahora tenia nuevos poderes, unos con los que nunca pudo soñar y que a su juicio nadie debería de poseer, pues un mal uso de ellos podría producir auténticas calamidades. 

Niveno ahora con los dominios de la vida y la muerte intrínsecos en su propio ser, creó a los Reappers para que custodiaran las cámaras y así tener más tiempo para dedicarse a las diversas tareas que tenia en mente, como ayudar a los mortales. (Ver: "La Verdad Sobre las Cámaras del Vacío")

Una vez el problema de las cámaras estuvo solventado, los dioses se relajaron y aquel miedo desapareció, haciendo que tuviesen una visión más clara de todo. Lumien se percató que Niveno no había firmado el Pacto de Emancipación, por lo que le pidió que lo hiciera, se negó. Para firmar aquel pacto se debía de poseer no solo sangre divina, sino voluntad o creencias suficientes de que se era un dios, en esencia sentir que tu alma había ascendido un pasó más allá. Niveno no tenia esa convicción, por lo que el pacto requería de algo más, algo que apreciara. Para que Niveno pudiese firmar el pacto, Lumien pidió el sacrificio de su hijo, no solo su vida, sino también su alma. Niveno se negó rotundamente y Lumien le negó el acceso a Ilumietar, condenándolo a vivir siempre entre los mortales. 

La condena de Lumien fue casi una bendición para Niveno, que viaja hasta hoy en día ayudando a aquellos que cree oportuno, y se piensa que tiene una especial mirada puesta en aquellos descendientes de su linaje ya olvidado. 

La leyenda que se cuenta a los mortales sobre el ascenso de Niveno es solo una invención, no se sabe muy bien de que, pero tanto la ascensión de Niveno, como el Día de la Esperanza Encarnada son falsos. O quizás ya se hayan vuelto reales, ya que todo el mundo los conoce como la verdad. La rivalidad entre Niveno y Lumien sigue abierta, aunque ambos saben que cuando llegue la hora de luchar juntos contra los Señores del Vacío podrán confiar el uno en el otro. 

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