LAS GUERRAS DE LA ETERNIDAD

Las Guerras de la Eternidad se refieren a las numerosas y largas batallas que hubieron entre los Dioses y los Señores del Vació al principio de los tiempos en la Era del Vacío. Comenzaron cuando el dios de la luz Lumien llegó a Astranaar junto con sus hermanos, y derrotaron a los Señores del Vacío uno a uno, con el fin de borrarlos de la existencia.

Los oscuros señores gobernaban sobre todo el mundo, cada uno con su territorio, alimentándose de cada brizna de vida que brotaba en Astranaar, absorbiéndola y sumándola a su poder. Los Señores del Vacío eran seres viles que ganaban fuerza a medida que absorbían la vida y alma de las criaturas vivas. Eran seres llenos de ambición y ansias de poder que constantemente estaban en guerra unos con otros, para derrotar y conseguir el poder que antes tenia su rival.

Cuando los dioses los "cazaban" uno a uno, los señores tuvieron algo que nunca antes habían tenido, un enemigo común, así que bajo el mando del más fuerte de ellos, se unieron para derrotar a los dioses, cuyo poder no podía rivalizar contra todos a la vez. Algunos teorizan que las auténticas Guerras de la Eternidad comenzaron con la alianza de los Señores del Vacío bajo el mando de Diovdrol.

Las guerras se alargaron durante mucho tiempo, al principio los dioses iban ganando terreno, poco a poco, pero con la formación de la alianza de los seres del vacío, los dioses empezaron a perder. Perdían terreno a grandes pasos, no podían parar su avance, predecir sus movimientos o engañarlos en la batalla. Los dioses recurrieron a lo único que les quedaba, y buscaron a un astuto y tenaz aliado. La vida empezaba a crecer con más facilidad allí donde los dioses habían extendido la luz y expulsado a los Señores del Vació y buscaron al ser más astuto e inteligente que pudieron encontrar.

Fue entonces cuando Vulpex se sumó a las filas de los dioses, un astuto zorro que había esquivado a los Señores del Vacío toda su vida, que sabía como esconderse y engañarlos, justo lo que los dioses no podían hacer, predecir sus movimientos y adelantarse a sus jugadas. Los dioses imbuyeron al zorro en su poder y magia a través de un ritual de sangre que llevó a cabo Arcanus, otorgándole poderes divinos que rivalizarían con los de un Señor del Vacío, con la promesa de que les ayudara en su lucha.

Los dioses debilitados por el ritual se encerraron en Ilumietar y el avance de los Señores del Vacío fue inevitable, hasta que llegaron a las puertas de la ciudad. Fue allí cuando gracias a un engaño de Vulpex consiguió dividir a los Señores del Vacío en dos bandos y en la Batalla de las Eras los dioses consiguieron derrotar a unos enemigos divididos de una vez por todas.