El nombre del pueblo se dice que se debe a una vieja historia con la nación con su mismo nombre. Cuenta la leyenda que en los inicios del reino una delegación diplomática de la nación de Dolaguas llegó a las puertas de Salvaguardia, reticentes y desconfiando de la nación. Los diplomáticos desconfiaban de lo que allí estaba pasando, pues de la nada y a costa de muchas piedras preciosas un reino se alzaba próspero y con unos estándares de "amor libre" muy raros, llegaron a pensar que toda la nación estaba liderada por algún poder superior o maligno que se apoderaba de las mentes de sus ciudadanos. Los mandatarios de Dolaguas decidieron acampar con sus tropas lejos de la capital, esperando respuesta por parte de la reina Azona de entonces. Pero la reina no mandó una delegación, sino que fue ella misma con cientos de sirvientes al campamento que habían montado y allí establecieron relaciones diplomáticas. Cuenta la historia que durante las negociaciones los lugareños de la zona realizaron fiestas y celebraciones por todo el campamento y que algunos de los soldados de Dolaguas, maravillados por sus costumbres decidieron quedarse allí, en lo que con el tiempo se convirtió en la pequeña ciudad de Dolaguas.