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SIETE AGUAS

Siete Aguas es una nación situada en una gran isla en el centro del mar de Siete Aguas, la nación recibe el nombre por el mar. Su única gran ciudad y capital también se llama Siete Aguas y es la ciudad sobre la superficie de Seltos más grande de todas, ocupando gran parte de la isla. El resto de localizaciones que pertenecen a la nación son una serie de granjas y aldeas a las afueras de la capital. Además alrededor de todo el mar de Siete Aguas hay pequeños pueblos que ofrecen los servicios de transporte hasta la isla. Aunque no pertenecen oficialmente al país de Siete Aguas, estás pequeñas aldeas transportistas obedecen casi como vasallas cualquier petición de la nación.

El gobierno de Siete Aguas esta basado en una Plutocracia (gobierno de los más ricos), son nueve los miembros de la cámara de comercio los que dirigen la ciudad y dictan sus leyes. De manera trimestral se revisan las cuentas de todos los miembros de la cámara y en caso de perdidas o crisis en sus cuentas, son repuestos por los voluntarios que se presenten con un informe de su capital. A pesar de la aparente volatilidad de un miembro de la cámara de comercio, es muy poco habitual que uno sea depuesto, ya que todos han llegado ahí con sus propios esfuerzos y saben muchísimo sobre negocios y como hacer dinero. Cuando un miembro de la cámara es sustituido, normalmente es porque otros miembros han decidido aliarse y llevar a la quiebra a un tercero, con la idea de obtener seguramente algún beneficio. 

La cámara de comercio gobierna con una máxima sobre todo: "Los beneficios y los negocios mueven el mundo" y es una máxima que se populariza en todo habitante de Siete Aguas, hasta el punto que rige sus formas de vida. La función de la cámara de comercio es principalmente la de administrar la nación como: pagar a los guardias y ofrecerles el mejor equipo y herramientas, servicios de limpieza, servicios de urbanismo o saneamiento, pagar y vestir a los funcionarios y sirvientes de la nación... Básicamente son unos administradores que se encargan de que el reino marche adelante sin ningún inconveniente, pero a lo que mayormente se dedican es a intervenir en los problemas que pueden generar los negocios: conflictos de intereses, de pagos no realizados, bancarrotas...

Todos los miembros de la cámara de comercio velan por sus intereses por encima de la nación, pero lejos de ser una problema para el país hace que crezca y se enriquezca a ritmos desorbitados, ya que los puestos de la cámara de comercio aportan muchas ventajas económicas e informativas a los miembros, lo que hace que puedan dirigir mejor sus imperios mercantiles. Estar en la cámara de comercio supone una inyección de dinero indirecta a tus negocios, no solo por la publicidad, sino por los beneficios que aporta el cargo. Es por ello que los miembros de la cámara de comercio trabajan por el beneficio de Siete Aguas, ya que el éxito de la nación se traduce en su propio beneficio.

La isla de Siete Aguas tiene una extraña peculiaridad, ya que solo se puede acceder a ella con marea alta, mientras está en marea baja los bordes de la isla se vuelven grandes barrancos y lo que serian los muelles y accesos quedan muy por encima del agua. Solo se puede acceder o salir de la isla por mar cuando la marea está alta.

Siete Aguas es un país en el cual la burocracia, los contratos y tratados están a la orden del día, y parece que entre sus gentes la elaboración de contratos y similares es motivo de celebración incluso de disfrute. En Siete Aguas se necesitan contratos para todo, por ejemplo para entrar en la ciudad siendo extranjero se necesita un permiso otorgado o por la cámara de comercio o por algún reputado mercader de la ciudad y siempre durante un corto periodo de tiempo. Además a la ciudad solo pueden entrar los humanos, elfos, enanos, medianos y gnomos, el resto de razas tienen prohibida la entrada.

La sociedad de Siete Aguas está lleno de snobs que piensan que son mejores que el resto de habitante de Seltos, mientras que ellos son los más listos, cultos, atractivos y ricos, el resto está plagado de bárbaros ignorantes y pobres. Es por ello que no permiten la entrada de ciertas razas a la ciudad, porque piensan que en su mayoría van a causar problemas. Es tanto el racismo y la xenofobia que hay entre sus gentes que muchos de los empresarios que pueden permitírselo envían a sus empleados a realizar los negocios fuera de la ciudad, para no tener ni siquiera que mezclarse con individuos ajenos a Siete Aguas.

Otro de los permisos necesarios en la ciudad, y de los más importantes son para poder hacer cualquier tipo de magia en su interior. Se necesita un permiso extendido únicamente por la cámara de comercio o los funcionarios que trabajan directamente para ellos, en el que acredite con nombre y apellidos al portador que es apto para lanzar conjuros. El permiso se debe de renovar trimestralmente, y lógicamente requiere de pagar unas tasas de 100 monedas de oro cada vez que se renueve, más 500 la primera vez para darse de alta.

La economía de Siete Aguas es un joya que parece nunca perder el brillo, siendo con mucha diferencia la ciudad y nación más ricas de todo Seltos. Su economía se basa principalmente en cientos de miles de actividades comerciales distintas, pues la ciudad es la sede de las compañías mercantiles más importantes de Seltos. El trafico de suministros, objetos de valor, artesanías enanas o élficas, conocimientos de antes del desmembramiento, joyas y metales extraños... es desmesurada, entre las gentes de Seltos hay un dicho "todo lo que merece la pena ha pasado alguna vez por Siete Aguas". Los impuestos bajos y beneficios fiscales a las grandes fortunas y empresas hacen que miles de ellas elijan Siete Aguas para establecerse, básicamente es un paraíso fiscal lleno de las grandes mentes del comercio.

Sus relaciones con el resto de naciones se mantienen en un tono frio y distante y solo las realizan cuando pueden sacar algo a cambio, teniendo un carácter puramente mercantil. Sus relaciones se basan en intentar bajar los aranceles de las fronteras, favorecer el trafico de sus mercancías, obtener ventajas fiscales... Aunque están dispuestos a hacer ciertas concesiones en favor de un trato ventajoso, su principal motivo siempre serán los negocios y los beneficios. 

Aunque en Siete Aguas la veneración a cualquier dios que no sea el oro y los negocios es extraña si que hay algunas pequeñas capillas repartidas por la ciudad, que son visitadas por algunos pocos desesperados o devotos. El culto a Talkros está prohibido, pero lejos de ser una cuestión moral o religiosa lo prohibieron hace mucho tiempo para obtener cierta ventaja en unas negociaciones con los elfos de Rimedol, los cuales no ven con buenos ojos la veneración a Talkros.  Conforme lo prohibieron lo pueden volver a permitir, si los beneficios o ventajas son lo suficientemente buenos para hacerlo.

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El símbolo de Siete Aguas

SIETE AGUAS

GEOGRAFÍA

Continente:

Región:

Seltos

Norte

GOBIERNO

Tipo de gobierno:

Plutocracia

Líder:

La Cámara de Comercio

Afiliación:

Nadie

SOCIEDAD

Gentilicio:

Religión:

Ciudadano

Indiferencia. Se prohíbe el culto a Talkros

Raza predominante:

NInguna

COMERCIO

Exportaciones:

Todo lo que tiene un valor real, ha pasado o salido de Siete Aguas.

Importaciones:

Cualquier cosa que sus habitantes crean que merece ser parte de sus negocios

Fuente de ingresos:

Es la ciudad más rica de Seltos. Hace dinero con lo que sea. Principalmente el comercio. 

El estandarte de la nación es una pila de oro en un fondo azul, representando la riqueza de la ciudad y su situación geográfica rodeados de agua. Los guardias y soldados del país visten con elegantes y pomposas armaduras doradas y azules, que parecen más ceremoniales que prácticas. De igual manera los patriotas no abundan en Siete Aguas, y la mayoría enarbola su propio estandarte de su casa o compañía mercantil por encima del de su país. El único sentimiento de unidad en la nación es el de pertenecer a la élite, una élite, más lista, culta y rica que el resto de Seltos. Los soldados o guardias que defienden la ciudad, en su mayoría son gente arruinada que decide hacerse a las armas, o mercenarios cansados de ir de un lugar a otro y buscando un sitio en el que pasar sus últimos días

Siete aguas

Mapa de Siete Aguas

Las granjas y campos de cultivo que rodean la ciudad no son suficientes para satisfacer la demanda de comida, por lo que gran parte de lo que comen provienen de fuera. Además muchos de los habitantes de estas granjas son humildes empleados de algún mercader de Siete Aguas y les está prohibida la entrada a la gran urbe. Entre las gentes de la ciudad se refieren a estas personas como "los parásitos", individuos que viven de las migajas que a ellos les sobran y que no deberían de ser llamados ciudadanos de Siete Aguas.

La nación mantiene una lucha abierta con el grupo de según ellos terroristas radicales de Los Jilgueros. Dan jugosas recompensas a cualquiera que entregue a un miembro ante la cámara de comercio, siempre que tenga las suficientes pruebas para demostrarlo. Además de pagar pequeñas sumas por cualquier información que se de de ellos. Los Jilgueros han causado estragos en Siete Aguas y son el único grupo o asociación que se les opone abiertamente.

La mayoría de habitantes de Siete aguas son nobles, mercaderes, burgueses y adinerados, pero también hay una gran parte de personas que trabajan para estos. Siete Aguas es una nación que hasta los pobres serian adinerados en otras partes. No existen suburbios o barrios bajos en Siete Aguas o no de la misma manera que en otras ciudades. Aquí hasta los barrios más pobres podrían ser una barrio ostentoso en las ciudades mas humildes.

Muchos de los ciudadanos de Siete Aguas son extranjeros y obtienen su nacionalidad, o más bien la compran, al presentar informes de su capital, y adquirir una vivienda en la ciudad. Los habitantes de Siete Aguas se suelen dividir en dos estratos entre ellos, los foráneos que han adquirido su nacionalidad, y los internos, que han nacido allí. Si un habitante pierde su vivienda o se arruina deja de ser un ciudadano de Siete aguas y es expulsado de la ciudad, aunque siempre podrá volver como foráneo, si cumple con los requisitos. 

A pesar del nivel de vida de sus habitantes hay personas que se ven arruinadas de la noche a la mañana y se ven sin propiedades ni recursos para seguir adelante. Debido a la mentalidad que el exterior de Siete Aguas es un lugar horrible lleno de bárbaros e incultos, muchos temerosos de lo que hay fuera venden sus servicios a adinerados, para servirles casi como esclavos. No llegan a ser esclavitud como tal, pues son los siervos los que se venden para poder seguir siendo ciudadanos, pero obedecen cualquier petición de su nuevo amo, como si de un esclavo se tratara. Los siervos se distinguen del resto de ciudadanos por vestir largas ropas de color blanco, sin adornos ni joyas, y por mantener la mirada baja y la cabezo inclinada hacia el suelo. Los sirvientes son un símbolo de estatus en Siete Aguas, cuantos más se tienen mejor y más impactante cuando alguno de ellos antes era un reputado mercader. 

La enorme ciudad es un gran octógono de murallas dividido en 8 porciones o barrios triangulares, separadas por grandes y pavimentadas avenidas que llevan al centro de la ciudad, el Palacio del Oro, lugar donde se encuentra la cámara de comercio. Cada barrio está habitado por distintos habitantes con diferentes estatus, y se diferencia por el color de los tejados. Los barrios más humildes tienen unos tejados de tejas amarillas, los más numerosos y de estatus medio (para Siete Aguas) tienen unas tejas de color azul, y las viviendas realmente imponentes y caras tienen unos techos de color rojo brillante. 

Pero a pesar de la diferencia entre los barrios, todos y cada uno de ellos presentan el mayor despliegue de medios que alguien ha visto en todo Seltos. Las calles están todas pavimentadas y adornadas con jardines bien cuidados, las fachadas están decoradas a más no poder, los carteles de tiendas o establecimientos relucen en marcos de roble bordados en oro, los ciudadanos todos bien vestidos, con elegantes trajes, vestidos y lustrosas joyas, se mire donde se mire se respira dinero y poder.

El Palacio del Oro es el edificio más grande de la ciudad y se dice que bajo él se guardan los fondos de Siete Aguas, la mayor cantidad de dinero, joyas y gemas de todo Seltos. Puede albergar a casi 100.000 personas en su interior, y la mayoría de veces se usa para realizar juicios o presentar propuestas frente a la cámara de comercio. Nunca se suele llenar. Si el resto de edificios de Siete Aguas parecían viviendas dignas de reyes y nobles, el Palacio del Oro parece el hogar e los dioses. Grandes cristaleras con incrustaciones de gemas brillan con la luz del sol y bordados de oro en toda la fachada con distintos motivos resplandecen con los rayos del sol. El palacio parece una construcción diseñada para rivalizar con el brillo del propio sol, como un intento de burlarse de los dioses y mostrar el poder del oro.

CREACIÓN DE SIETE AGUAS

La historia de la creación de Siete Aguas comienza durante la Era del Desmembramiento. Lo que ahora es la isla en el centro del mar de Siete Aguas antes era una extensión de tierra unida al continente, habitada por bandas de rufianes y bandoleros que buscaban sobrevivir a como diera lugar. Durante uno de los habituales terremotos la superficie se rompió y la extensión de tierra que habitaban los bandidos se separó del continente, creándose la isla de Siete Aguas.

Los bandidos y rufianes que se encontraban en la zona que ahora era la isla, quedaron aislados y su medio de vida de asaltar a los viajeros había desaparecido. Algunas de las bandas de la zona se enfrentaron en combates a muerte entre sus miembros, y muchas desaparecieron con el tiempo, pero las más inteligentes cambiaron los caballos y carros, por remos y barcos y se hicieron a la mar al acabar el desmembramiento.

Los años fueron pasando y Siete Aguas se volvió famosa por ser cuna de piratas y bandidos, un lugar seguro en el que repartirse el botín y escapar de los pocos lugares donde se impartía algún tipo de ley. La riqueza de los piratas aumentó pero la escasez de alimentos y la poca predisposición de los maleantes a trabajar la tierra o el ganado para llevarse algo a la boca les hizo desarrollar su ingenio. No disponían de comida, pero tenían oro, herramientas, armas, vestidos, joyería... todo el botín de sus saqueos, así que varios de las bandas que habían en Siete Aguas negociaron con pequeñas naciones crecientes, aldeas de granjeros o incluso con la República de Rimedol. Los piratas que ofrecían trueques lo hacían sabiendo que seguramente podían saquear aquellos lugares, pero sería pan para hoy y hambre para mañana.

Poco a poco los bandidos y piratas que vendían sus botines y se dedicaban más al negocio de la compra y venta que al saqueo, empezaban a lucrarse y a obtener más riquezas de los trueques que de los asaltos. Fue en aquel momento cuando casi todos los maleantes de la isla cambiaron las espadas, la violencia y la sangre, por plumas, tinta y contratos. Los bandidos de la isla no habían cambiado, seguían siendo los mismos, con ansia de riquezas y buena vida, solo que habían encontrado una manera menos arriesgada de conseguirlo, y aparentemente mucho más fácil

Poco a poco Siete Aguas se fue urbanizando y la fama de piratas y maleantes cambió a mercaderes, prestamistas y solucionadores de problemas. Muchas de las crecientes naciones que empezaban a surgir acudían a las gentes de Siete Aguas en busca de ayuda, prestamos o comida. Poco a poco las arcas de los bandidos crecían y crecían, sin encontrar un aparente final. Hasta que la codicia que les hizo alzarse tambaleó todo lo que habían construido.

Para ese entonces, 249 años tras el desmembramiento una gran guerra asoló la isla, movida por la codicia de sus habitantes. Los antiguos piratas veían a sus competidores no solo como aquellos que les impedían obtener más beneficios, sino como grandes cerdos llenos de dinero que poder tomar a la fuerza. Empezó poco a poco, unos saqueos por aquí, unos barcos hundidos por allá, hasta desembocar en grandes guerras abiertas entre varias bandas. Los habitantes de aquel entonces se reunían en familias o bandas comerciales, (lo que antes eran bandas criminales) y realizaban sus labores comerciales con un ojo puesto en sus competidores. Cuando el primer conflicto abierto estalló, se crearon bandos y alianzas buscando obtener el mayor beneficio posible, muchas de estás bandas perecieron y fueron saqueadas por otras. Tal fue la magnitud de la guerra que de las cientos de familias comerciales que habían quedaron solo 9. En aquel momento se conocía a la guerra como las Guerras del oro, pero actualmente se la llama por los habitantes de Siete Aguas, la Guerra por Siete Aguas. 

Las 9 familias restantes que habían sobrevivido a la guerra, habían visto su fortuna multiplicarse a unas cifras astronómicas y lejos de firmar un alto en fuego para evitar algún tipo de destrucción o frenar el caos provocado, lo hicieron porque habían satisfecho su sed de sangre y sobre todo sus ansias de riquezas. Para acabar con una guerra que duró casi 3 años hicieron lo que mejor sabían, firmar un contrato entre los nueve líderes de las bandas, en las que se comprometían a no agredir ni a asaltar al resto. Además de asociarse en una organización con el fin de lucrarse todos juntos, iniciaron lo que sería la construcción de la actual ciudad de Siete aguas, creando la cámara de comercio y sentándose los nueve lideres en los puestos del consejo.

El tiempo pasó y la fortuna y dinero llamaban a más fortuna y dinero, cientos de nuevos ricos y personas hambrientas de riquezas se trasladaban a Siete Aguas diariamente en busca de asilo y una buena vida. La creciente nación se desarrolló, se crearon leyes, un ejercito, se alzaron murallas, se construyeron grandes palacios, se firmaron tratados, se ofrecieron ventajas fiscales... Poco a poco la riqueza aumentó hasta ser completamente insana, y los habitantes de Siete Aguas empezaron a desarrollar una actitud y moral de supremacía frente a los foráneos.

La moralidad de supremacía les llevó a ser precavidos con los extranjeros, y a tratarlos como bárbaros y estúpidos. Prohibieron la entrada a todas las razas que no fueran la mayoría de Siete Aguas, aborrecieron a cualquier deidad y veneraron el dinero y los negocios como una religión con un solo dogma y sin ningún tipo de iglesia. La enfermiza moralidad se siguió desarrollando hasta el punto que los habitantes aborrecen todo lo que no es Siete Aguas y muy pocos salen de la ciudad, ni siquiera para realizar negocios, si pueden evitarlo.

Aquellos nueve líderes iniciales se han olvidado ya, y ahora solo queda su recuerdo en algunos libros de historia. En general la historia de Siete Aguas es algo que la mayoría de sus habitantes desconoce o hace caso omiso, embriagados por el dinero y poder que ostentan y su estúpida moralidad superior, han olvidado que hace muchos años solo eran criminales

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